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Realizadores: Katherine Rojas Ruíz, Carolina Arias Hurtado y León Felipe Cubillos.

SINOPSIS: 


Dos cascadas descienden entre las montañas de la vereda Bellavista del Corregimiento de Batero. La exuberancia de las aguas fueron llamadas por los habitantes de Guacuma (Quinchía) las “Lágrimas de Michua” que al deslizarse - entre surcos de roca- convirtieron sus aguas en preciado oro.

 

Michua con su llanto expone la vocación minera del municipio, a la vez, protege- en el verdor de sus cerros- aguas y salinas que dan cuenta de la verdadera riqueza de las tierras de Quinchía. La diosa del valor, del amor y de la guerra, dentro de la cosmovisión de los indígenas Ansermas, tutela junto con Xixaraca la agricultura y la minería tradicional de los pobladores de Quinchía.

 

Sus cuatro corregimientos de Santa Elena, Batero, Naranjal e Irra expresan en sus territorios y costumbres, las prácticas y saberes que han salvaguardado su cultura ancestral. Sin embargo, a comienzos de la segunda década del siglo XXI, tres expresiones de economía extractivista irrumpen en los suelos de Quinchía poniendo en riesgo la vida de sus aguas entre las plantaciones forestales y los monocultivos de Aguacate Hass, la gran minería de carácter transnacional, y la presencia de “pequeñas” centrales hidroeléctricas que sorben las corrientes de los Ríos Quinchía y Opirama.

 

¿Serán, de nuevo, estas tres expresiones de la economía extractivista los trajes que se atavían los renovados Tamaracas del siglo XXI? Aquellos enemigos que se han opuesto al cuidado de la tierra y las aguas de Guacuma, por siempre resguardadas por los dioses Michua y Xixaraca. “Las últimas Lagrimas de Michua” denuncia esta nueva afrenta a la perseverancia de la vida en municipio de Quinchía por parte del capital transnacional y nacional. Ente la Agricultura y la Minería, entre sus cuatro corregimientos, entre el Karamba y el Opirama, desea mostrar un dilema en el que esta legendaria diosa tendrá que aprender a llorar sin sus lagrimas, o - en cambio- , gracias a la defensa colectiva de sus aguas y sus territorios, para que no vuelva a llorar jamás.



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