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CAPÍTULO V

--- Mamá, me pasas un poco más de ensalada, porfa...

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--- Sí, Sandra. ¡Sírvete a tu gusto!


--- ¿No les había contado? Javier Van den Enden inicia la semana próxima sus estudios en Cambridge.

--- Y tú “muerta de envidia”, hermanita.

--- ¡No la molestes Leandra!, reprendía su madre.


--- Pues sí, en esto tiene razón mi querida hermanita, estoy “muerta de la envidia”; o ¿acaso alguien piensa que no puedo continuar mis estudios en Inglaterra? para algo debe servir “Químicos Lozano”, ¿no crees papá?


Don Eduardo se sintió aludido, no quería participar en la particular discusión en horas de almuerzo. La pregunta, sin embargo, inquiría una respuesta.


--- Pues, hija, también deberías preguntarte qué ofreces a la compañía a cambio de dicha inversión.


--- Ay, Papa, sabes muy bien que los químicos no van conmigo, prefiero los verdaderos negocios. No desperdiciaría un posgrado en Cambridge si no estuviera relacionado con mis verdaderos intereses. Di que sí mi Pa, eso sí... no esperes nada fuera de mi grado, !no seas interesado!.


--- Bueno, hermanita, pues si tanto deseas de nuevo estudiar, ¿por qué no ahorras o haces un préstamo? Tienes un título de Economía en una prestigiosa Universidad de la capital. Ándale, no duele...


--- Ya conoces a tu papá, Sandra, sentenciaba la madre, siempre “tan precavido”... yo diría mejor, “tan conformista”... ¿para qué dedicarse tanto a una compañía si, finalmente, no es para el beneficio de su propia familia?


--- Recuerden, es una herencia, no sólo pertenece a nuestro pequeño núcleo familiar. ¿Qué opinas Ricardo?


Prudentemente su hermano se mantenía en silencio. Había vivido toda la vida de los réditos de la empresa, por eso la interpelación seguramente encontraría en él un apoyo. Sin embargo, el cariño prodigado a su sobrina favorita, asomaba una pequeña inflexión que llevó a agitar la discusión.


--- De acuerdo, Eduardo. El patrimonio familiar no debe derrocharse; con el tiempo lo haz manejado con mucho cuidado, en la familia no existe ni la menor muestra de inconformidad. Otra cosa es que algunos te consideramos realmente temeroso. Piensa con cabeza fría: ¿qué hubiera pasado con la empresa naciente, si mi abuelo no se hubiera decidido a tomar ciertas arriesgadas posiciones?, sin lugar a dudas, fue la más acertada decisión pasar de la alimentación a la siderurgia, y de la siderurgia a la galvanoplastia en el auge de tales industrias.


Imagínate si nuestro padre no te hubiera incentivado, semana tras semana, tus estudios; recuerda, también estudiaste en el extranjero, otro tipo de cursos tampoco directamente ligados a la ingeniería química; a pesar de todo. Reflexiona: Estelita, tu y yo seremos la última generación que dependerá directamente de “Químicos Lozano”; mientras tanto, mi sobrina también requiere estudios sólidos para asegurar su porvenir.


--- ¡Buena esa, tío! ¡Así se habla! Realmente me comprendes. Entonces, ¡alcemos la copa y brindemos por mi próximo título!


--- Hablando en serio Sandra. ¿Es una decisión coyuntural o la has venido planeando? Cambridge no es cualquier escuela, exige demasiado incluso para su ingreso. Donde estudié la Maestría conozco un profesor egresado y, según nos compartía, le costó años de preparación para poder ser admitido. Junto con Oxford es el centro de tradición cultural inglesa. Una apertura general a otros conocimientos es parte de la formación integral en Cambridge. Si lo estas pensando en serio, te relaciono con este profesor para que él te relate su proceso.


--- Gracias, hermanita, con Javier, me basta y me sobra. Él está allí y, con todo respeto Lea, si es un amigo tuyo, difícilmente pisará la tierra; me contará el origen templario de tan prestigiosa Universidad, qué simbolizan las palabras latinas en su escudo, y cuando termine de explicarme todo, ya habrá pasado el periodo de inscripciones para este año.


--- Me parece una muy buena idea la que te propone Leandra, aclaró Eduardo, mientras puedas adquirir un mayor contexto y conocimiento de una futura escuela, tanto mejor...


--- ¡Pues se juntó el hambre con la necesidad!: la historiadora con el idealista.


--- Respeta a tu padre, ¡Sandra!


--- Está bien, mamá. No quiero ser engañada como a una niña a quien no desean tomar en serio. Hablaré con Javier frente a los trámites, se los compartiré. Al fin y al cabo, una parte de esa empresa también pertenece a cada uno de nosotros.


La situación estaba zanjada. En una orilla Sandra, la esposa de Eduardo, y el tío Ricardo reclamando el derecho adquirido, la función familiar de la sociedad; por otra parte, Leandra y Eduardo, llamando a la prudencia, a la sensatez frente al examen de las propias decisiones.


Leandra, a pesar de ser la menor, parecía más madura que su hermana mayor. Con sus 27 años, ya llevaba dos enseñando historia en la universidad pública de su ciudad; con su propio sueldo había pagado una Maestría en Antropología. Su cabello castaño, ojos profundos, tez blanca y unas manos finas y bien delineadas, correspondían muy bien a la mezcla de seriedad y de ternura que matizaba su especial manera de ser.


Sin lugar a dudas, había heredado de Eduardo sus formas y maneras, también su modo particular de apreciarlo todo. Como su padre, se encontraba mucho más allá de todo realismo. Sandra, en cambio, se parecía más a su madre, Constanza. Fustigaban permanentemente por lo que consideraban un modo mejor de vivir la vida. Inclinadas, por sobre todas las cosas, a la seguridad que pretenden brindar el éxito y las realizaciones materiales. El agua y el aceite, eran las dos hermanas, ninguna de ellas, como también pasaba con los dos hermanos y cinco sobrinos de Eduardo, interesados en dirigir, alguna vez la compañía.


En ese momento doña Constanza interpuso:


--- Me parece completamente justo lo que aspira nuestra hija. Repito, no hay ningún pecado en poner la compañía al servicio nuestro, no será un capricho ni despilfarro alguno. Además nos sentaría muy bien de vez en cuando visitarla. Es un regalo que realmente nos merecemos. ¿O es que, acaso, ustedes dos no quisieran viajar a Europa con un pretexto tan sano como el visitar a Sandra?


--- ¡En que estamos pensando por favor!, advertía Leandra. ¡Nosotros pensando en viajar cuando nuestra tía Estela va a iniciar el costoso proceso de diálisis de su esposo! ya renunció por él a su trabajo y ahora es cuando realmente nos necesita. Tío Ricardo, ¿no sería mejor conocer las prioridades familiares, ordenarlas y después sí examinar qué decidimos? Lo siento por ustedes; no tengo ningún afán de viajar a Europa; y si lo hago alguna vez, sería por mis propios medios; y, discúlpame mamá, no necesitaría ningún motivo especial para ello.


Eduardo, ya estaba empezándose a sentir un tanto malhumorado. No entendía por qué cada vez se repetían ese tipo de discusiones en horas de descanso. Levantando las cejas le hizo una señal a Leandra y con un gesto firme de su mano, cerró la boca sorprendida de Sandra y de Constanza. Sólo Ricardo mantenía la atención en el noticiario de las doce.


--- Tengo algo que requería decirles: en semanas pasadas hemos recibido una propuesta de una compañía de Medellín -Ricardo bajó el volumen del televisor- les interesa crear, para nuestra compañía, una quinta división; necesariamente, implicaría ampliar dos o tres veces el tamaño de la empresa. Esperan que esta semana le entreguemos algunos estudios, el Doctor Cadena y Marco Antonio trabajan en ello, recibiríamos, por este concepto, una importante inyección de dinero y, posteriormente, resolveríamos todo frente a esta nueva línea de comercialización. Requeriríamos, si es del caso, nuevos insumos químicos nacionales y extranjeros.


Marco Antonio se especializará en el extranjero sobre cómo atender este nuevo negocio, según procesos de certificación internacionales. Ya ves Sandra, ¿cómo la compañía podría apoyarte en los estudios si algún día lo decidieras? me preocupa la falta de relevo familiar en nuestra empresa y por eso me voy a jugar con este capital de riesgo, y con esta nueva división para nuestra empresa. El contexto está óptimo para contemplar esta modernización, me explica el doctor Cadena, y observo, definitivamente, la oportunidad para asegurar el bien de la compañía y nuestro propio futuro. Incluso me hablaron de una posible nueva sociedad.


Miradas de satisfacción fueron muy bien recibidas por Eduardo. Sabía muy bien que el sólo nombrar al Doctor Cadena era una garantía de confianza para Ricardo, Constanza y su hija mayor. Sólo Leandra no se alegraba: desconfiaba de todo lo que apareciera como horizontes sin problemas.


--- Y ¿de qué se trata la nueva división papá? ¿Cuál es el ramo de estos antioqueños? ¿Con quienes están aliados? ¿Dónde y sobre qué temas se especializará nuestro fiel Marco Antonio? De eso tan bueno no dan tanto...


Le sorprendieron las tres agudas preguntas de Leandra, Pues no escuchó de Marco Antonio ninguna inquietud parecida. Repetía automáticamente lo mismo: ...que estamos por esperar la propuesta del nombre de la división... que se están definiendo los nuevos insumos… que están negociando con la reserva del secreto industrial de los bienvenidos proveedores, etc. Que en el transcurrir de un par de semanas tendría información más precisa. Sólo se atrevió a decir que era un ramo en el momento muy demandado y con una segura perspectiva.


Con ello se dio final a la discusión familiar. Se terminó, también, el noticiero. Ricardo tocó el hombro de su hermano: ¡Te lo tenías bien guardado! gritaba, mientras le pedía disculpas por llamarlo temeroso. Un beso sintió por parte de Sandra en su mejilla, y por parte de doña Constanza el orgullo de macho resarcido. Sólo Leandra lo miraba extrañada yéndose en silencio hacia su cuarto.

 
 
 

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